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domingo, 27 de septiembre de 2020

013. AMAZING STORIES. 1ª ETAPA (1926-1929). Vol. 2, No 01

 

Amazing Stories, abril de 1927: El primer aniversario.


Un grupo de hombres se agrupa alrededor de una mujer que está acostada y arropada en una cama. En una mesita de noche hay un elaborado aparato eléctrico, con batería, cables y un semicírculo de metal. La mujer parece estar hablando en una parte del dispositivo, sostenido sobre su boca por un hombre sentado; otro hombre sostiene una parte diferente del aparato en su propia boca mientras escribe en un bloc de notas. ¿Qué pasa? ¿Están probando un teléfono? ¿O es algún tipo de dispositivo de grabación?

Era abril de 1927, y Amazing Stories estaba celebrando su primer aniversario intrigando a sus lectores con un nuevo conjunto de maravillas científicas.

EDITORIAL

La cosa más asombrosa.

(Al estilo de Edgar Allan Poe)


Sentado en su trono, tallado de un monolítico cristal de carborundum puro, se hallaba el Supremental… al que tal vez, en otros universos, se hubiera llamado rey. Ante él se hallaba uno de sus más distinguidos exploradores, recién vuelto de una expedición a otro mundo. Su probóscide rozó la del Supramental, tras lo cual tuvo lugar esta conversación:

—Probablemente le interesará a su Alteza el saber que en nuestra visita al Tercer Planeta del Sexto Universo encontramos una raza de las más extrañas criaturas. Una exploración del planeta nos demostró que no estaban constituidas por los productos naturales de su suelo, o mejor dicho de su geología, tal como ocurre con nosotros. Por el contrario, estaban hechas en una substancia blanda y elástica. Su forma es de lo más grotesco; sus movimientos son bruscos, en una forma mecánica similar a la de algunas de nuestras máquinas. En lugar de flotar en el espacio, tal como nosotros, se mueven con una especie de saltitos. Sus cuerpos informes, si es que se les puede llamar cuerpos, están rematados por un apéndice ovoide, totalmente desproporcionado en comparación con el resto de su estructura.

—¡Asombroso! —dijo el rey.

—En este apéndice ovoide hallamos dos notables aparatos ópticos. La luz captada a través de dos lentes es enfocada a una especie de red, que está literalmente conectada por millones de finos filamentos a un sistema central de información, en el que la luz es transformada en imágenes. Un sistema muy indirecto.

—¡Extraordinario! —exclamó el Supramental.

—En el interior de sus apéndices ovoides existe como una vasta especie de central eléctrica de intercambio de datos, desde la que se gobierna toda la máquina y se le hace efectuar los distintos movimientos. En el interior de la criatura hallamos un motor extraordinario, aunque bastante tosco, que incesantemente bombea un líquido coloreado a través de una red de tubos y que pienso debe lubrificar las distintas partes de la máquina. También hay una especie de fuelle doble que purifica el líquido en forma similar a como lo hacen nuestros filtros.

—¡Impresionante! —jadeó el Rey—. No me creo ni una palabra. Pero dime, ¿qué clase de combustible usan estas máquinas?

—Ésa es otra cosa asombrosa, que seguramente exigirá demasiado de vuestra credulidad, pero que no obstante es verdadera. En vez de usar rayos de luz reconvertidos, tal como nosotros, esas criaturas pasan por el intrincado proceso de usar los más extraños combustibles, que obtienen de su flora y su fauna. Nunca usan el mismo combustible dos veces seguidas, sino que los van cambiando en forma increíble, usando una extensa variedad de ellos, lo que, a pesar de todo, no parece afectar a su maquinaria.

—¡Increíble! —gruñó el Rey—. ¿Y cómo se comunican entre sí?

—Ésa es la parte más extraña de todo —continuó el explorador—. Nos intrigó mucho, al principio, su extraño método. Usan una especie de comunicación radial, si es que se le puede llamar así. Ciertamente no se tocan con ninguna antena mientras tiene lugar la comunicación. En el centro del apéndice ovoide del que ya he hablado, se halla un gran agujero, que se abre y cierra. Cuando esos seres se comunican, el agujero se abre más o menos rápidamente, aunque no sale de él ninguna substancia ni se ve nada. Creemos que la comunicación se efectúa por algún tipo de movimiento de ondas, pero esto, al no tener ningún órgano con qué captarlas, lo descubrimos por medios electrónicos, comprobando que cuando se abre y cierra el agujero salen de él ciertas vibraciones que son ininteligibles y sin significado para nosotros cuando las convertimos en vibraciones eléctricas.

—¡Vaya! —se mofó el Rey—. ¡Menuda patraña!

—Investigando un espécimen muerto, al que abrimos, encontramos en cada lado del apéndice ovoide un orificio en cuyo interior, por increíble que parezca, se halla una réplica casi exacta de uno de nuestros instrumentos tipo teléfono, que usamos para registrar vibraciones de baja frecuencia en una banda móvil de celulosa. Tienen un diafragma, similar a los que usamos en nuestros instrumentos, y varias substancias de pequeño tamaño, parecidas al marfil, que oprimen hacia el centro. De un fino tubo espiral lleno de líquido surgen unos delgados filamentos que van hasta el centro de información, evidentemente para llevar los impulsos eléctricos, por los que se establece la comunicación entre los distintos individuos.

—¡Imposible! —gritó el Rey.

—Y, no obstante, eso no es todo —continuó, sin alterarse, el explorador—. Desde la parte alta de sus cuerpos se extienden dos palancas plegables que pueden ser dobladas hacia adelante y hacia atrás, aparentemente a sus deseos. En lugar de tener apéndices tentaculares normales tienen esas barras doblables con las que realizan sus trabajos. Al extremo de las barras se hallan cierto número de tentáculos por medio de los cuales las criaturas pueden asir los objetos a voluntad. Esto es también sumamente extraño, ya que la naturaleza podría haberlas dotado con nuestros propios aparatos de succión, en lugar de usar apéndices aprehensores, que tienen que rodear los objetos para poderlos manejar.

—¡Fabuloso! —estalló el Rey.

—Por otra parte —continuó el explorador—, parece que cada parte de su cuerpo es recorrida por conexiones eléctricas, por lo que es posible para cada una el comunicar con la central en caso de necesidad. Por ejemplo, comprobamos que cuando los tocamos en cualquier parte del cuerpo con nuestras sondas de radio, el resto de las partes demostraban una correspondencia a la parte que tocásemos. Lo mismo parecía ocurrir con el cambio en las temperaturas. Parecen capaces de distinguir el calor del frío sin usar una antena, pues no poseen ninguna. Además, esta comunicación parece proceder a una velocidad casi igual a la de la luz. Así, cuando tocábamos uno de sus apéndices tentaculares con nuestros instrumentos, era retirado inmediatamente el apéndice de palanca a cuyo extremo se hallan los tentáculos. De esto deducimos que la comunicación que tiene lugar entre el tentáculo y el centro motor debe de ser instantánea. ¡Ciertamente, se aproxima a la velocidad de la luz!

—¡Fruslerías! —bostezó el Rey—. ¿Y no flotan, como nosotros, por medio de la gravirepulsión?

—Ciertamente que no —respondió el explorador—. La gravedad específica de sus cuerpos es extremadamente alta. Están eternamente encadenados al suelo de su planeta, en cuya superficie viven. No viven en cavernas sumergidas, tal cual nuestros propios habitantes polares, sino que viven en extraños cubículos que ellos mismos fabrican. Esos cubos tienen cortados huecos en los lados para dejar pasar la luz y otras radiaciones. Las mismas criaturas nunca abandonan la superficie de su planeta excepto en toscos artilugios flotadores. Normalmente se acumulan en grandes centros, como nuestros insectos, mientras que el resto de su planeta no está poblado, sino que está cubierto por la flora.

—¡Memeces! —comentó el Rey.

—Pero lo que más interesará a Vuestra Alteza es saber que durante parte de su rotación el planeta queda sumergido en una oscuridad total. Entonces estas increíbles criaturas se desploman sobre sus partes traseras y caen en un estado de coma del que tan sólo salen cuando el planeta ha rotado lo suficiente como para salir de nuevo el sol. El porque hacen esto constituye un profundo misterio para nosotros. Parece una enorme pérdida de tiempo.

—¡Bagatelas! —rio el Rey, que estaba totalmente divertido por el increíble relato.

—Y ahora viene lo peor —continuó el explorador—. De tanto en tanto, aparentemente sin razón alguna, esas criaturas se exterminan unas a otras, por cientos de millares, mediante los más extraños artefactos. Se perforan agujeros en los cuerpos, los unos a los otros, o usan extravagantes máquinas que expulsan gases, tal como algunos de nuestros insectos; o bien se destruyen entre sí los cubículos dejando caer sobre ellos fuego explosivo. Y, a pesar de todo, cuando eso termina, parecen retornar a ser buenos amigos.

—¡Porquerías! —rugió el Más Alto—. Ciertamente, no me creo ni una palabra de toda esta estupidez. ¡Es imposible creer que la naturaleza haya podido crear unas criaturas tan inimaginables! Y, si me permites la pregunta, ¿dónde encontraste a esas cosas y a qué nombre responden?

—Su mundo —terminó el explorador—, es el llamado por ellos planeta Tierra, y las extrañas criaturas se autodenominan seres humanos.

Tanto la ilustración como el texto están tomados de la revista española Nueva Dimensión Nº 9, de 1969 donde se encontraba traducido de su idioma original. La ilustración según dice la introducción al relato es autoría de Virgil Finlay. La traducción es de Z. Álvarez. El título original del relato tal como aparece en la editorial es “The Most Amazing Thing”.

The Plague of Living Dead (La plaga de los muertos vivientes) de A. Hyatt Verrill

Si debe leer esta historia de nuestro conocido autor con incredulidad y me siento inclinado a advertirle que con la observación "imposible", tenga en cuenta lo siguiente hechos: en el Rockefeller Institute, en la ciudad de Nueva York, el famoso cirujano, el Dr. Alexis Carrel, durante los últimos quince años, ha retenido un fragmento del corazón de un pollo en un medio especial, en el que no solo se ha mantenido vivo y pulsante sino que también ha seguido creciendo, de modo que sólo necesita ser recortado de vez en cuando, para mantenerse vivo. Aquí, entonces, está la inmortalidad en el laboratorio. La historia del Sr. Verrill, por lo tanto, no es tan fantasiosa como podría parecer.


Un biólogo, el Dr. Gordon Farnham, anuncia que se ha encontrado con un método para extender la vida humana por siglos. Sus afirmaciones se encuentran con un ridículo tan generalizado que se retira a la pequeña isla de Abilone, donde puede continuar sus experimentos en paz.

Mientras intenta perfeccionar su suero, Farnham lleva a cabo un experimento en el cuerpo de un conejillo de indias muerto; para su sorpresa, el animal comienza a moverse. Ha descubierto no sólo un medio para prolongar la vida, sino un medio para levantar un organismo de entre los muertos. Además de esto, descubre que los animales inyectados con el suero se vuelven inmunes a los efectos del gas venenoso y el ahogamiento.

Cuando se da cuenta de las implicaciones de su descubrimiento, comienza a rugir "con risas verdaderamente maníacas". Pero incluso en este estado se le resisten algunos de los resultados del suero: decapita a un conejo y la criatura sobrevive, su cuerpo sigue saltando mientras su cabeza cortada también muestra signos de vida.

Entonces el volcán de la isla entra en erupción, destruyendo el laboratorio. Sin inmutarse, el Dr. Farnham toma su suero restante y lo usa en algunos de los isleños que perecieron en la erupción.

Los humanos resucitados entonces comienzan a atacar a la gente en un frenesí. Farnham inicialmente especula que todavía están en pánico por la erupción volcánica, pero luego se da cuenta de una situación más incómoda: que su suero puede restaurar el cuerpo, pero no la mente. Contrariamente a su filosofía materialista, se pregunta si estas personas resucitadas carecen de las almas de los vivos. Se ve obligado a mirar, indefenso, mientras sus creaciones indestructibles continúan atacando a los lugareños.

Un grupo de socorro y la policía llegan a la aldea después de escuchar el caos, sólo para ser expulsados por los muertos vivientes. Con Farnham actuando como asesor, las autoridades continúan sus intentos de acabar con los inmortales, pero no encuentran ningún método para destruir criaturas que pueden sobrevivir a cualquier lesión, e incluso reproducirse. Finalmente, Farnham se lanza a la idea de construir un cañón similar a Julio Verne en el volcán y lanzar a los muertos vivientes al espacio.

Hasta su título "La plaga de los muertos vivientes" tiene similitudes obvias con las películas de zombis como Night of the Living Dead que se desarrolló décadas más tarde, y les vale la pena echar un vistazo a los fans de ese género. Los cadáveres andantes imaginados por A. Hyatt Verrill tienen algunos rasgos inusuales que los diferencian de los zombis subsiguientes, en particular, su capacidad para repararse a sí mismos usando las partes del cuerpo cortadas del otro, parcheando sus heridas con cualquier pieza que quede por ahí. Al hacerlo crean seres tan horribles como una cabeza unida a dos brazos y una pierna, que corre como una araña; o un torso sin extremidades con dos cabezas adicionales que crecen de los tocones de sus brazos cortados. Aunque los seres pueden sobrevivir sin cabezas, de alguna manera encuentran cabezas deseables, y comienzan a decapitarse unos a otros para obtener cabezas adicionales para sus cuerpos.

Cualquier cineasta de terror que busque un giro inusual en el género zombi debe encontrar mucha inspiración en esta historia en gran parte olvidada.

John Jones’s Dollar de Harry Stephen Keeler

Si desea divertirse, tome un tablero de ajedrez o de damas con 64 casillas y coloque en la primera casilla un grano de trigo. En la segunda, ponga dos granos, en la tercera, cuatro granos, en la cuarta ocho granos, y así sucesivamente, hasta que haya llenado los 64 campos de grano. Por simple que parezca esta operación, pronto descubrirá, antes de llenar el campo número 64, que la cosecha de trigo de todo el mundo este año no sería suficiente para ese propósito. Asimismo, el poder del dinero acumulado es casi tremendo. ¿Qué pasaría, por ejemplo, si depositara un dólar en el banco con la estipulación de que la acumulación de intereses y el interés compuesto deben pagarse a su descendiente de la décima generación? Todo es de lo más asombroso, como descubrirás leyendo esta excelente historia.


Esta historia humorística comienza en el año 3221. La humanidad ha abandonado su “crudo sistema de nomenclatura multirreduplicativo” y ahora la gente usa apodos como B262H72472476 Hombre. El dinero ha sido abolido y la única unidad de valor verdadera se considera el Psycho-Erg: una combinación de Psych ("la unidad de satisfacción estética") y Erg ("la unidad de energía mecánica"). La morfología de la humanidad ha cambiado y ha dado lugar a una raza de individuos rechonchos y de cabeza bulbosa.

Un profesor universitario, dando una conferencia a su clase a través de una serie de visafonos parecidos a la televisión, les da una lección de historia ...

En 1921, un socialista empedernido llamado John Jones hizo un depósito de un solo dólar en su banco, estipulando que el interés del 3% se capitalizaría cada año, y la suma final eventualmente sería heredada por su cuadragésimo descendiente. En 1931, la cuenta contenía 1,34 dólares; en 2021, 19,10 dólares; en 2121, 364 libras esterlinas; en 2221, 6.920 dólares. A finales del siglo veintisiete, la cuenta había alcanzado una suma de diez cifras.

Al describir esta historia, este maestro del futuro toca eventos históricos como el debilitamiento y el colapso del socialismo; el auge de la eugenesia, que llevó a que los nombres fueran reemplazados por números; el alargamiento de la esperanza de vida humana mediante rayos gamma; el desarrollo de la tecnología antigravedad y la consiguiente colonización del sistema solar; la invención de un proceso mediante el cual los cadáveres se pueden reciclar en alimentos, poniendo fin al hambre en el mundo; y la destrucción de la Luna, para facilitar los viajes interplanetarios.

Finalmente, en el siglo treinta, el trigésimo noveno descendiente de John Jones, J664M42721 Hombre, comenzó a hacer planes para tener un bebé que heredaría la suma de $ 6,310,000,000,000. Resultó que esto sería casi la riqueza total de todo el sistema solar.

Pero entonces sucedió algo inesperado: J664M42721 Hombre se separó de su amante y murió sin hijos. Sin otro heredero, el Gobierno Interplanetario tomó posesión del dinero, poniendo fin a toda propiedad privada. El sueño de John Jones de un futuro socialista se había hecho realidad.

Su débil trama es una variación del viejo problema del trigo y el tablero de ajedrez, John Jones’s Dollar recuerda parte de la propia ficción de Hugo Gernsback al usar una narrativa simbólica como un medio para llevar al lector a un viaje por el futuro, tocando varios desarrollos futuros potenciales sin integrarlos en la trama.

The Remarkable Case of Davidson’s Eyes (El notable caso de los ojos de Davidson) de H. G. Wells

Aquí tenemos a nuestro autor favorito que escribió esta historia mucho antes de que se hablara de la televisión con tanta soltura como en la actualidad. No es que esta historia tenga que ver con la televisión; más bien, se ocupa de la segunda vista. Wells no intenta convertirlo en una historia de clarividencia, pero la historia es única en la literatura científica, ya que trata el tema desde un ángulo completamente nuevo. Nikola Tesla le dijo una vez al editor de esta publicación que durante una enfermedad grave era posible que el escuchara susurros a través de varias paredes que emanaban de una habitación lejana. Este fue probablemente un caso de enfermedad que afinaba los oídos hasta un grado inaudito. Que lo mismo pueda ser posible con la vista puede parecernos improbable en el presente, pero todos los días se descubren tantas cosas que la vista adicional aún podría producirse.


La historia comienza con el protagonista Bellows trabajando en un laboratorio. Después de que el edificio es alcanzado por un rayo, el compañero de Bellows, Sídney Davidson, comienza a tambalearse y a derribar el equipo. Bellows inicialmente cree que Davidson se ha quedado ciego, pero resulta que el hombre puede ver, simplemente está viendo un lugar completamente diferente y cree que está en una playa. Desde su punto de vista, Davidson ha sido transportado misteriosamente y puede sentir que se tropieza con un equipo que no puede ver.

Davidson permanece en este estado durante las siguientes semanas. Describe la ubicación de la isla que ve, incluidos detalles como pingüinos y un barco, incluso describe como se dirige bajo el agua en su visión y presencia la vida marina. Sin embargo, con el tiempo, las visiones se desvanecen y su vista normal regresa.

Años más tarde, Davidson ve una fotografía del mismo barco que había presenciado en su visión. Hablando con un ex miembro de la tripulación del barco, se entera de que efectivamente había visitado una isla habitada por pingüinos, idéntica a la que aparentemente había alucinado.

Aunque no es una de las historias más sustanciales de Wells, El notable caso de los ojos de Davidson es, sin embargo, un retrato sorprendente y convincente de lo que ahora se conoce como visión remota. La historia se publicó por primera vez en 1895; dos años después, Wells exploró temas similares con mayor efecto en El huevo de cristal, que ya había sido reimpreso en Amazing.

The Balloon Hoax (El engaño del globo) de Edgar Allan Poe

Esta descripción del vuelo a través del Atlántico por un globo se publicó originalmente en el Sun de Nueva York y resultó ser un verdadero engaño. El New York Sun logró, lo que, para esos días, fue un tremendo éxito en la publicación del famoso The Moon Hoax. Edgar Allan Poe siguió el The Moon Hoax con su historia The Balloon Hoax.


Algunos de los biógrafos de Poe afirman que tenía un conocimiento muy superficial. Sin embargo, no podemos dejar de impresionarnos por el alcance de su conocimiento, así como por la visión profética. En esta historia, sin embargo, hay uno o dos lapsos. Por ejemplo, no está claro por qué, al arrojar 50 libras de lastre, tuvieron que enrollar una cuerda para sacarlo del mar. La cuerda guía se describe como "volando detrás del automóvil como una serpentina de un barco, mientras volaban a una velocidad casi inconcebible". El viento que les da esta velocidad, también actuaría sobre la cuerda y así evitaría que saliera. Nuevamente, llegando a Carolina del Sur a las 2 p. m., habiendo comenzado tres días antes a las 11 a. m., el tiempo del vuelo se fijó en 75 horas, por lo que no se tiene en cuenta la diferencia de tiempo de unas cinco horas entre Inglaterra y Carolina del Sur.

Se dice que el camelo engañó a mucha gente y hubo una gran demanda del Sun hasta que llegó el correo de Charleston.

Amazing Stories, que había reimpreso anteriormente The Moon Hoax, regresa al pozo de los cuentos literarios con un famoso engaño de Edgar Allan Poe. Publicado originalmente en el New York Sun en 1844, la narrativa de Poe se presentó como un informe de noticias fáctico, pero en realidad es pura ficción.

El artículo comienza anunciando que "El aire, así como la tierra y el océano, ha sido dominado por la ciencia y se convertirá en una carretera común y conveniente para la humanidad". Continúa afirmando que una tripulación de ocho hombres ha atravesado con éxito el Atlántico en un globo, y solo ha tardado setenta y cinco horas en hacerlo. Después de describir los detalles técnicos del globo, el artículo presenta un relato supuestamente extraído del diario conjunto de dos miembros de la tripulación, Monck Mason y Harrison Ainsworth. Aquí, la pareja hace algunas observaciones sobre su viaje, entre otras cosas, notando una ilusión óptica que hace que el mar parezca cóncavo, antes de describir su llegada a su destino.

El informe cubre un terreno que luego sería explorado con más detalle por Julio Verne.

The Man in the Room de Edwin Balmer y William B. MacHag (ilustración de la portada)

Después de haber leído este relato absorbente, leerá con mucho más interés los relatos de los periódicos futuros de personas que se suicidan inhalando gas iluminador. ¿Quién sabe si en algunos casos no se cometió suicidio sino asesinato? La forma en que nuestro detective científico resuelve este caso en particular es una lectura excelente.


Otro cuento del detective de mentalidad científica Luther Trant. Comienza con Trant quejándose de la naturaleza primitiva de la detección moderna de delitos y de la importancia del equipo de detección de mentiras; tan pronto ha terminado su discurso, se ve envuelto en otro misterio.

Esta vez, Trant termina investigando la muerte del profesor Lawrie, cuyo cuerpo fue encontrado en su laboratorio. Inicialmente, parece que Lawrie se suicidó después de malversar fondos de su universidad. Sin embargo, Trant deduce que el hombre en realidad fue asesinado. Luego elabora una pequeña lista de posibles culpables y, citando las teorías de Freud, somete a sus sospechosos a una prueba de asociación de palabras. A través de este método, expone al culpable.

En comparación con las historias de Luther Trant previamente reimpresas en Amazing, The Man in the Room hace un trabajo un poco mejor al casar su trasfondo científico con su trama detectivesca.

The White Gold Pirate de Merlin Moore Taylor

El oro blanco de esta asombrosa historia de detectives científicos es, por supuesto, platino, que es mucho más precioso que el oro. Es una historia en la que la ciencia se usa en todos los aspectos para derrotar al criminal; una historia plausible, también, que te arrastra hasta el desenlace final. El episodio de rayos X es particularmente interesante por su verdadero aspecto científico. Te aseguramos una buena media hora de lectura en esta historia.


Un criminal conocido solo como el Pirata Platino está en el extranjero, robando platino de los envíos y vendiéndolo en el mercado negro. De alguna manera, se las arregla para hacerlo sin romper los sellos de la bóveda. La policía está desconcertada, hasta que el científico Goodwin y el detective Barry juntan sus cabezas y resuelven los crímenes. Los robos resultan ser trabajos internos: el pirata mismo es un ex químico en una planta de platino, mientras que su último crimen se llevó a cabo con la ayuda del electricista de la bóveda.

The White Gold Pirate es otra historia de detectives científicos, y un ejemplo más satisfactorio de elementos de género mixto. Una vez más, el crimen se expone a través de medios tecnológicos: los héroes utilizan un detector de mentiras en su cautivo, examinan la bóveda con un dispositivo de rayos X y también hacen uso de la radio. Pero donde las historias de Luther Trant injertan secuencias de este tipo en argumentos de detectives convencionales, Taylor lleva las cosas más allá tejiendo ciencia y tecnología a lo largo de toda la narrativa. Los criminales tienen acceso a sus propios aparatos, incluyendo un dispositivo utilizado para quitar y reemplazar los sellos de cera de la bóveda sin romperlos. Mientras tanto, el tema mismo de su crimen tiene conexiones científicas, ya que la historia pasa tiempo describiendo cómo se utiliza el platino en los laboratorios.

The Automatic Self Serving Dining Table de Henry Hugh Simmons (Clement Fezandié)

Nos complace presentarle a nuestro nuevo autor en una historia de lo más hilarante, que disfrutará de principio a fin. Cuando un inventor con un sentido del humor retorcido comienza a inventar máquinas que ahorran tiempo, siempre puede esperar que salga mal y le arruine su plan original. La situación provocada por el presente ejemplo de las invenciones de Hicks pertenece a esa clase y le proporcionará veinte minutos de auténtica diversión.


Otra de las historias de "inventor loco" periódicamente impresas en Amazing como alivio cómico, esta vez la primera de una nueva serie titulada "Hicks' Inventions with a Kick". La historia se atribuye a Henry Hugh Simmons; este fue de hecho un seudónimo utilizado por Clement Fezandié, cuya serie Dr. Hackensaw' Secrets había aparecido previamente en Amazing.

El malhumorado narrador O'Keefe se topa con el molesto amigo de la vieja escuela, Hicks. Al principio trata de ignorarlo, pero se vuelve intrigado cuando Hicks afirma haber inventado una mesa mecanizada que puede preparar y servir la comida por sí misma, eliminando la necesidad de cocineros o camareros.

O'Keefe asiste a una demostración del dispositivo, junto con otros miembros como su tía Zelinda y Hicks. La mesa mecánica resulta ser un desastre, lanzando platos, botellas, sopa de tomate presurizado y porciones gruesas de carne en todas direcciones hasta que los comensales iracundos son cubiertos con los alimentos.

The Land That Time Forgot (La tierra olvidada por el tiempo) de Edgar Rice Burroughs (parte 3 de 3)

Usted se está embarcando ahora en la tercera y última entrega de esta historia tan notable. En este momento, debe estar de acuerdo con nosotros en que nunca ha leído algo así, tan emocionante. En esta última entrega conocemos a los famosos wieroos, una raza no más imposible que la propia raza humana. Que algunos de esos seres puedan existir en algún lugar del universo no está en absoluto fuera de lo posible. De hecho, es muy probable. Si las primeras entregas fueron notables, la conclusión lo es aún más.


Después de haber publicado La tierra olvidada por el tiempo y Los pueblos que el tiempo olvidó, Amazing concluye la serie con Desde el abismo del tiempo. Donde la primera parte se centró en los dinosaurios y la segunda en la gente de las cuevas, la tercera hace que la isla perdida de Caspak aún sea más fantástica al introducir una raza de humanoides alados llamados Wieroo.

También hace su debut Bradley, otro explorador que se ha encontrado en Caspak. Se enreda con los Wieroo y su malvado líder religioso, se enamora de una hermosa cavernícola, y generalmente se mete en todos los problemas que se esperan de un héroe de Edgar Rice Burroughs que se respeta a sí mismo. La historia llega a un círculo completo cuando Bradley se encuentra con el submarino que llevó al héroe de la primera entrega a Caspak, junto con el villano alemán, el barón von Schoenvorts.


Las tres portadas de la edición digital de esta obra.

Discussions

Caballos en el arca.

Editor, Amazing Stories:

En su historia The Second Deluge, Garrett P. Serviss, el autor hace que Cosmo Versal compre los últimos caballos en Inglaterra, los ponga en su arca y luego cuando el profesor Pludder aterriza en Colorado, encuentra caballos y ganado allí. De lo contrario, su revista está bien, y me gustaría verla dos veces al mes, si pudiera mantenerla en el mismo nivel.

OTTO LINDEMANN, U. S. M. C., Pearl Harbor, Hawaii.

[La mejor respuesta que podemos dar a la curiosa crítica contenida en esta carta, es que cuando compró los últimos caballos en Inglaterra para poner en su arca, Cosmo Versal no sabía nada de la probable o posible supervivencia de los caballos y el ganado en Colorado. En cuanto a la cláusula final de nuestro corresponsal, ya sea que la publiquemos dos veces en un mes o no, estamos decididos a mantener el alto nivel de Amazing Stories. -EDITOR.]

Más favorables críticas.

Editor, Amazing Stories:

Es la primera carta que escribo a las revistas en protesta a las críticas de los lectores. Ciertamente no puedo dejar que las cartas que ha publicado en Amazing Stories pasen sin una respuesta.

Parece que el 70 por ciento de las cartas publicadas no están de acuerdo con el tipo de historias escritas. No creo en la crítica a menos que la crítica esté bien fundada en los hechos, lo que no parece ser el caso en las cartas.

También he leído todos los números de Amazing Stories y todavía encuentros errores. Los autores son humanos y no perfectos, pero dan lo mejor que hay en ellos. ¿Qué más se puede pedir? En cuanto a su juicio sobre las historias, creo que sus editores están bien calificados para seleccionar el tipo de literatura que desea el público. Y su juicio es supremo. De lo contrario, sus otras revistas no tendrían tanto éxito como tienen.

Como recuerdan algunos de los lectores, hace seis años, usted publicó casi el mismo tipo de historias en Radio News, hubo cartas que le criticaron, pero de todos modos la revista fue muy grande, y mire la circulación hoy. Dejemos que los críticos digieran eso.

Gran parte de las críticas se refieren a historias escritas por autores hace años. Para quienes no los han leído son tan interesantes como los que se escriben hoy. En el libro de Julio Verne "Veinte mil leguas de viaje submarino", la descripción del submarino que se utiliza en la ficción no difiere mucho del submarino de hoy. ¡Y en la época de Verne tenían submarinos de madera!

Otra cosa: en su número de diciembre mencionó una bola de sustancia que pesa 20 trillones de toneladas por pulgada cúbica. Sin duda, los sabios (críticos) piensan que este es un nuevo descubrimiento, pero no lo es. Puede encontrarlo referido en Story of the Heavens de Balls. Olvidé mencionar que se sabía que la sustancia estaba en ciertas estrellas, muy remotas.

Eso es todo lo que tengo que decir con respecto a las críticas innecesarias. Creo en dar al autor y al editor lo que les corresponde. Trabajan lo mejor que pueden para complacer y no van a publicar "tonterías" que nadie se tragará.

Ciertamente me gustaría ver que Amazing Stories se publica quincenalmente; también les deseo todo el éxito del mundo.

ERIC R. GAGE, Filadelfia, Pensilvania

[Solo podemos decir de esta carta que es la más aceptable porque, como muchas otras, expresa sustancialmente las ideas del editor. Damos las historias de los mejores escritores científicos y muchas de las cartas muestran que cumplimos con los puntos de vista de nuestros lectores, pero estamos recibiendo algunas otras críticas interesantes, que muestran que hemos fracasado completamente con algunos de nuestros lectores. -EDITOR.]

Las aventuras de Burl.

Editor, Amazing Stories:

Disfruto mucho de Amazing Stories y creo que es la mejor revista. La única falla grave que le puedo encontrar es que no sale dos veces al mes.

Denos más historias de Murray Leinster. Me gustó mucho su The Mad Planet (El planeta loco), también The Red Dust. La única crítica que puedo hacer de estas historias es que no parece posible que Burl y sus compañeros pudieran haber descendido a las profundidades que se muestran en las historias, desde el plano al que ha ascendido la raza humana actualmente.

Entonces, nuevamente, si los insectos han aumentado a un tamaño tan gigantesco, ¿por qué los humanos no aumentaron proporcionalmente si lograron continuar existiendo? Tanto los hombres como los insectos han respirado durante incontables edades aire que contenía aproximadamente la misma proporción de dióxido de carbono. Los órganos respiratorios tanto de hombres como de insectos se ajustaron a esa proporción particular. Entonces, si los insectos crecieron a medida que aumentaba la cantidad de dióxido de carbono, parece razonable suponer que las personas humanas crecerían en consecuencia. Pero dejemos eso.

Me gustaría ver más historias de Fosdick y otras historias de ese tipo. Proporcionan el toque justo de alivio al tono serio de la revista, que no es que no esté bien. Una de esas historias debería incluirse en cada número de Amazing Stories.

Disfruto de su nuevo departamento Discussions y espero que esté a la altura de su nombre. Para terminar, permítame repetirle mi deseo de que publique Amazing Stories quincenalmente.

ARTHUR LEVINE, Nueva York, N. Y. 

[Nos alegra que esté interesado en Burl. Las características de la naturaleza de la historia. sin embargo, nos impresiona mucho más que la biografía del héroe. Es un estudio realmente valioso de la vegetación entomológica y criptógama. Nadie lo leerá con atención sin disfrutar de la parte científica, enfatizada por la imaginación del autor. incluso más de lo que le interesará la personalidad de Burl y sus compañías.

Su crítica basada en la acción del gas dióxido de carbono sobre los sistemas de los seres humanos y los intereses de las plantas. El gas de dióxido de carbono tendería a incrementar el vigor de la vida vegetal, pero tendría exactamente el efecto opuesto en el sistema animal. Sin embargo, lo que favorecería el crecimiento de las plantas, también podría actuar para favorecer el crecimiento y desarrollo de los insectos. -EDITOR.]

Pobre Fitz James O´Brien.

Editor, Amazing Stories:

¿Por qué demonios debería publicar una historia en la que la ciencia es tan manifiestamente falsa que incluso yo, un simple aficionado, debería ser capaz de ver los errores?

En La lente de diamante de Fitz-James O'Brien, ¿por qué los animáculos que viven en una molécula se descomponen por la evaporación de la gota de agua? Una molécula de agua es del mismo tamaño que una molécula de vapor o hielo y, creo, no cambia en lo más mínimo por evaporación o solidificación. ¿Por qué la evaporación debería matar a un animáculos?

Además, ¿cómo puede un hombre ver, sin más ayuda que la de una lente de diamante, lo que no podemos ver porque nuestro ojo es demasiado tosco? ¿Serían los rayos de luz lo suficientemente cortos como para golpear una molécula de todos modos? No soy microscopista, pero creo que ningún rayo que pueda ser interceptado por una molécula encontrará resistencia en el ojo humano. Tenía la impresión de que una molécula sólo detendría una radiografía, y que no podemos ver las radiografías. ¿Por qué publicar historias que no pueden ser? Ya que la ciencia ha demostrado que son falsas. Historias como The Time Eliminator, que son posibles, están bien, pero las otras no. Por cierto, ¿qué es el metal levium, que se menciona tan a menudo en The Second Deluge? Tengo la impresión de que se han descubierto todos los metales de un peso aproximado al que el Sr. Serviss asigna al levium, y que ninguno de ellos cumple con sus requisitos. ¿Es el levium una relación de litio, glucinio o algún compuesto de los dos?

Chicago. Ill.

[No estamos de acuerdo con su línea de pensamiento en cuanto a La lente de diamante de Fitz-James O'Brien. Esta historia, por cierto, fue escrita hace más de cincuenta años, y el autor murió hace mucho tiempo. Insistimos en que la óptica de la historia es correcta, y no vemos por qué cuestiona que la evaporación podría matar a los animálculos. Si la gota de agua se evapora, naturalmente deja de existir físicamente y ya no se puede observar con el microscopio ni de otra manera. Ha sido absorbido por la atmósfera y por lo tanto ha desaparecido.

La ciencia del Sr. Fitz-James O'Brien, por lo tanto, es correcta y debe mantenerse.

Sin duda, y aquí estamos de acuerdo con usted, La lente de diamante en sí es una licencia poética. El autor usó el diamante porque la refracción de este último es de índice muy grande y fue aquí donde entró el punto científico de la historia. Si la historia fuera un hecho, no sería ficción. Y si fuera un hecho, estaríamos usando el dispositivo tal como está.

En cuanto al metal, levium, este es un nombre puramente fantástico para un supuesto metal que, por supuesto, no existe. -EDITOR.]

Una carta característica llena de agradecimiento.

Editor, Amazing Stories:

No, esto no es una historia. Y no hay nada bajo cubierta. Es simplemente el resultado de una curiosidad acerca de su nueva revista, "un nuevo tipo de revista". En este foro de lectores, las cosas en muchas de las publicaciones de hoy en día ¿son las cartas de personas reales, o son simplemente resultado de la fértil imaginación de los editores? Si están escritas por personas reales, aquí hay otra contribución para que la imprima. Si no, aquí hay otra contribución para la proverbial papelera. Doy algunas de las críticas que pedía.

En primer lugar, recomiendo encarecidamente que la revista se mantenga en la forma actual, es decir, con una o dos historias en dos partes y el resto con historias cortas. Cuando una persona tiene unos minutos de sobra, es mucho más probable que quiera leer una historia completa que leer una pequeña parte de una historia larga, para luego olvidar dónde lo dejó cuando la próxima vez comience a leer. Probablemente lo he expresado con bastante torpeza, como siempre, pero soy demasiado vago para corregirlo, por lo que debe permanecer como está.

Esperaré con interés las historias traducidas de idiomas extranjeros. y también lo mejor de Jules Verne. Creo que deberían tenerse en cuenta las invenciones del Dr. Hackensaw que parecen producirse a un ritmo y velocidad asombrosa. Sin embargo, espero que, si se publican en Amazing Stories, sean más breves que las últimas que aparecen en Science and Invention.

He leído su primer número de cabo a rabo. El nuevo acelerador es bueno, aunque lo he leído en dos lugares diferentes antes. Jules Verne casi siempre es bueno y su Héctor Servadac no es una excepción. En The Man from the Atom, aunque el tema es viejo y desgastado por el tiempo, presenta algunas ideas nuevas al respecto. The Man who Saved the Earth es bueno, aunque el autor deja una o dos cosas sin explicar al final. La cosa del... exterior estaba bien. No me gustó tanto como las otras historias, pero probablemente a otras personas les gustó más. El caso de Mr. Valdemar es una típica historia de Poe que en mi opinión no pertenece a esa revista, o más bien debería decir a la revista de la ciencia ficción.

They Called Me a Human Clam. But a Change Almost Overnight * también es bueno. A menudo me pregunto qué pasaría si el joven-trabajador-que-nunca-pareció-llegar a cualquier lugar estudiara catorce o dieciséis minutos al día en lugar de los quince aceptados.

* Este corresponsal confunde la publicidad con el título de una obra. ¿O acaso lo hace irónicamente? El caso es que nada más abrir el número uno de Amazing Stories encontramos un anuncio publicitario con el título referido que se podría traducir al castellano como: “Me llamaban almeja humana y cambié de la noche a la mañana”. La rima la he buscado a propósito.

Como quizás desee saber mi edad, diré que no tengo ni un día más de cincuenta. Tampoco tengo un día más de treinta y dos. De hecho, casi me da vergüenza decirlo, pero hay que decirlo, para mi pesar, no tengo ni un día más de veintiuno. De hecho, la gente de Sonic afirma que mi edad (mentalmente) es de tres años. Tal es el espantoso estado de las cosas, y casi empiezo a dudar de mí mismo.

Pero debo despedirme ahora, ya que el tiempo y el papel se están agotando, y gracias por esta conversación sincera con su secretaria. 

P. S. En caso de que se publique, no mencione mi nombre, porque soy muy tímido. Simplemente diga: "Un caballero de Ann Arbor, Michigan", o algo así.

R. S., Ann Arbor, Mich.

[Los editores de Amazing Stories son muy afortunados porque reciben tal avalancha de cartas durante la semana, que les resulta difícil no solo responderlas, sino seleccionar aquellas que se van a publicar. Por tanto, inventar letras imaginarias para estas columnas parecería llevar carbón a Newcastle.

Publicamos la carta de nuestro corresponsal principalmente por la razón de que deseamos mostrar la amplia variación de opiniones de historias entre diferentes lectores. Lo que a uno le gusta, otro lo denuncia con violencia. De hecho, con la excepción de algunas historias destacadas, parece haber poco acuerdo entre los lectores en cuanto a lo que les gusta y lo que no les gusta. -EDITOR.]

Los antiguos autores son apreciados.

Editor, Amazing Stories:

He leído los tres últimos números de Amazing Stories y he encontrado algunos que eran excelentes y otros que considero bastante flojos en algunos puntos.

Ciertamente, Jules Verne no debe disculpas a esta generación. Leí muchas de sus obras treinta años atrás incluyendo Veinte mil leguas de viaje submarino, Héctor Servadac o la carrera de un cometa, y La isla misteriosa. Héctor Servadac sería una excelente historia para aquellos que no lo han leído y les gusta lo altamente imaginativo.

H. Rider Haggard, ahora muerto, también escribió algunas historias maravillosas. La gente de la niebla, La hija de Moctezuma y El corazón del mundo, así como Ella, atrapan la imaginación de una manera que ningún otro escritor ha logrado en ese tipo de ficción. Es cierto, estos no son obras de su recién acuñada ciencia ficción, pero realmente son historias asombrosas y no tienen ningún punto débil en ellas.

H. G. Wells no necesita a nadie para defender su trabajo. Ha estado en la parte superior de la lista desde que escribió La guerra de los mundos hace aproximadamente un cuarto de siglo. No hay aquí ningún problema.

Murray Leinster ciertamente conoce sus errores. Ha convertido a Burl en un gran personaje y esperamos escuchar más sobre los hechos de este razonador primitivo. Ciertamente es un alivio leer una historia pseudocientífica que está escrita por una persona que sabe algo de ciencia y los tiempos no tienen que depender completamente de su imaginación. Ciertamente Leinster parece ser un entomólogo en algunas partes.

Garrett P. Serviss y Edgar Rice Burroughs son dos más que están en el ranking y están en esa agradable posición que he mencionado antes. Casi me olvido de England en mi lista de buenos autores en esa línea.

En lo que respecta a la longitud de las historias, prefiero longitud regular de la novela completa.

No creo que a la revista le haría ningún daño incluir a uno de los viejos maestros, por así decirlo, en cada número. Mientras que las obras de Wells, Haggard, Serviss, England y algunos otros pueden ser cosas viejas para algunos de nosotros, como uno de sus lectores había señalado, y son estándar en las bibliotecas, hay muchos que ni siquiera saben que tales obras existen en lugares apartados. No todo el mundo y más bien solo un pequeño porcentaje está situado de tal manera que tiene una biblioteca a su disposición.

Incluso en una ciudad de buen tamaño, lamentablemente, la biblioteca carece de ese aspecto. Puedo nombrar una ciudad con unos veinte mil o más habitantes, que tiene una de las plantas más grandes de Central Motors, y no hay más de tres obras de Haggard en la biblioteca pública.

E. H. HARDY, Norwood, O.

[La sugerencia de que las obras de los antiguos autores se utilicen en todos nuestros números, esperamos llevarla a cabo en cierta medida. Las historias de Murray Leinster tienen un mérito muy alto, porque al leerlas, ustedes realmente están leyendo verdadera entomología, y su descripción del desarrollo de la vegetación fungoide es muy valiosa. Nuestro corresponsal sin duda ha visto la descripción y la ilustración del hongo en explosión en nuestro último número. Demostración que el autor de las aventuras de Burl conocía su botánica. -EDITOR.]

En nuestro próximo número:

LA MÁQUINA DEL TIEMPO, de H. G. Wells. Según Einstein, el tiempo es una dimensión, al igual que cualquier otra dimensión física. Debería ser posible, por tanto, retroceder o avanzar en esta dimensión, al igual que lo hacemos en las demás. Mucho antes de que Einstein pronunciará su teoría, H. G. Wells había escrito esta famosa historia, que cuenta cómo un inventor perfecciona una máquina muy ingeniosa que lo proyecta hacia el futuro, para que pueda ver cómo será el mundo, no cientos, sino miles de años. después.

THE STAR OF DEAD LOVE, de Will H. Gray. Aquí hay una historia interplanetaria que tiene un punto de vista completamente nuevo. Es uno de los cuentos más encantadores que hemos tenido la suerte de leer recientemente. El esquema es tan novedoso, la ciencia tan buena, que no deseamos revelarlo de antemano. Sin embargo, hay una cosa que predecimos, es una historia que dejará una impresión duradera en su mente.

THE MAN WHO WAS, de Walter Burch. Ya es bastante malo morir, pero cuando legalmente se declara muerto y los abogados se hacen cargo de sus asuntos, creyéndolo muerto, las cosas tienden a ser desagradables cuando regresa a la vida real. Pueden ocurrir varios giros curiosos, y el nuevo autor presenta una maraña de lo más inusual que podría ocurrir si descubrieras en algún momento que se suponía que estabas muerto.

THE SINGING WEAPON, de Bent Prout. Prácticamente todo en la naturaleza tiene su reacción vibratoria fundamental. Cuando tocas el piano, es posible que de repente escuches el cristal de una ventana o un jarrón de porcelana emitir sonidos extraños. Esto se debe a que los objetos responden a unas notas fundamentales. Si la nota es lo suficientemente potente y persistente, los objetos pueden incluso romperse. La presente historia tiene este fenómeno como base, y nuestro nuevo autor nos brinda una ingeniosa historia de los posibles efectos de largo alcance de las vibraciones, que resulta sumamente absorbente.